Cuando las finanzas tiemblan y el agua te llega al cuello, pedir un aplazamiento de impuestos puede ser ese salvavidas que te permita no hundirte… o el ancla que te hunda más rápido si no entiendes bien las reglas del juego. Porque no todo se aplaza, ni todo se perdona. Y sí, Hacienda tiene memoria (y mala leche cuando hace falta).

¿Qué deudas son aplazables? Spoiler: no todas.
En teoría, puedes aplazar casi todas las deudas fiscales que tengas: IRPF, IVA, Sociedades, el dichoso ITP, plusvalías municipales… Da igual si las declaraste tú mismo o si fueron gentileza de una inspección. Y lo puedes pedir tanto si sigues en el «modo buen ciudadano» (plazo voluntario) como si ya has entrado en la fase de «me persigue el cobrador del frac» (ejecutiva). Ahora bien, si ya te han embargado algo, olvídate, llegas tarde.
¿Qué NO se aplaza ni de coña?
Aquí no hay negociación:
- Retenciones de IRPF, Sociedades o IRNR. Lo que pillaste de nóminas o intereses ajenos, lo pagas sí o sí.
- Deudas que ya litigaste, perdiste y ahora toca pagar (sin llorar).
- Pagos fraccionados de Sociedades (pero ojo, los del modelo 130 y 131, sí).
- El IVA o IGIC que hayas repercutido y cobrado. Si no lo has cobrado, tienes una oportunidad. Si sí… toca pasar por caja.
¿Pides un aplazamiento de algo inaplazable? Pues tu solicitud ni se procesa. Y, para más inri, te caen recargos de apremio del 20% o más. Así que mejor no te dispares en el pie.
IVA y aplazamientos: el arte de andar por la cuerda floja
¿Deudas de IVA de hasta 50.000 euros? Puedes respirar. Hacienda las acepta de forma automática sin pedirte explicaciones (porque asumen que no has cobrado esas facturas, pobrecillo). Pero hay trampa: si tienes otras deudas en fase ejecutiva sin pedir aplazamiento y superas los 600 euros, adiós a la fiesta.
¿Más de 50.000 euros? Prepara un dosier, café y paciencia:
- Tienes que demostrar que no has cobrado el IVA (facturas impagadas + requerimientos enviados al deudor).
- Además, vas a necesitar garantías. No vale sólo con «es que me va mal».
- Y si encima el IVA soportado (lo que tú pagaste) tampoco está pagado, Hacienda puede ponerte más pegas.
¿Te llega un cobro de una de esas facturas durante el aplazamiento? Tienes diez días para pasar por taquilla. Y si no, prepárate para que te fiscalicen hasta los apuntes del colegio.
¿Se puede pedir aplazamiento siempre?
Pues no, no siempre. Si tus problemas son «del mes que viene me recupero», vas bien. Pero si tu empresa da más señales de vida que un Nokia 3310 sin batería, olvídalo: Hacienda no quiere negocios zombis.
¿Señales de que vas directo a la denegación?
- Has incumplido aplazamientos anteriores.
- Estás prometiendo pagar pero nunca cumples.
- No generas cash ni aunque te toque la lotería.
Garantías:
Hasta 50.000€, te ahorras el marrón de buscar avales. Más de 50.000€, sí o sí necesitas:
- Aval bancario o seguro de caución.
- Otras garantías como hipotecas, prendas, fiadores…
- Y en casos «de extrema necesidad», podrían aceptarlo sin garantías, pero no te hagas muchas ilusiones.
¿Qué pasa mientras Hacienda piensa?
Tiene hasta seis meses para responder. Mientras tanto:
- Si propusiste plazos, ve pagando según lo propusiste (aunque nadie te haya dicho aún «ok»).
- Si luego te aprueban, pueden decirte: «muy bien tu plan, pero lo vas a pagar así» (y cambiarte los plazos).
Normas generales:
- Deudas <50.000€: 12 meses para empresas, 24 meses para personas físicas.
- Deudas >50.000€: depende de la garantía, pero máximo hasta 60 meses (si todo va de lujo con aval bancario).
¿Y si te lo deniegan?
- Si estabas en voluntario, tienes unos días extra para pagar sin recargos.
- Si estabas en ejecutiva, mala suerte: sigue la persecución.
- Puedes recurrir, sí… pero si no pones dinero encima de la mesa como garantía, seguirás obligado a pagar mientras peleas.
¿Conclusión?
El aplazamiento fiscal puede salvarte de una caída libre, pero no es un derecho automático. Es un favor que Hacienda te concede si les convences de que no eres un desastre irrecuperable. Así que juega bien tus cartas, entiende las reglas y, sobre todo, no te autoengañes: si necesitas un aplazamiento, necesitas también un buen plan para salir del bache. Porque, te guste o no, Hacienda siempre cobra.